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El regreso de su inigualable ex esposa

Capítulo 592
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Capítulo 592

Es un mundo pequeño.

En un sorprendente giro de los acontecimientos, se encontró con Marlowe Yanice.

Bruce, cada vez que salía, solía ir acompañado de un enjambre de guardaespaldas. Incluso en su

ausencia, era increíblemente discreto en sus movimientos, haciendo todo lo posible para evitar ser

identificado.

Después de todo, era el hombre más rico de Greyport. Había muchos a quienes no les importaría

causarle problemas.

Marlowe esbozó una sonrisa malévola: “Ejecútelo sin problemas. No provoquemos ningún escándalo”.

El asistente respondió en tono tortuoso: “Tenga la seguridad, presidenta Yanice”.

Lo arreglaré mediante una llamada…

Mientras Bruce conducía, sentía una inquietud en el pecho.

Reuniendo cada gramo de fuerza que le quedaba, intentó tragar un par de veces, una tarea laboriosa

que parecía agotarlo más de lo que le gustaría admitir. Sin embargo, la incómoda incomodidad se

negó a disminuir, persistiendo en el fondo de su garganta como un invitado no deseado. Le picaba la

garganta de manera insoportable, lo que provocó una serie de toses ásperas que resonaron dentro del

reducido espacio del vehículo destrozado. Su inútil intento de recuperar el control de su situación fue

interrumpido por un gemido bajo e involuntario: “Tos, tos, uf…

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No pudo reprimir el impulso de toser una bocanada de sangre.

Bruce frunció el ceño e instintivamente se secó la comisura de los labios con la manga.

Con casi tres días sin dormir, su cuerpo sucumbía a un agotamiento extremo.

Conducir en este estado era una receta para el desastre.

Al encontrarse momentáneamente perdido en un aturdimiento, Bruce fue abruptamente devuelto al

reino de la realidad al ver inesperadamente una camioneta en ruinas. Sin siquiera la cortesía de una

luz intermitente, el conductor maniobró imprudentemente su vehículo hacia el carril adyacente.

“Ahl”, exclamó Bruce, maniobrando rápidamente su auto. Estuvo a punto de chocar contra la

furgoneta.

Bruce maldijo en voz baja: “¡Qué diablos, aprende a conducir!”

Antes de que pudiera recomponerse, la furgoneta volvió a cambiar de carril deliberadamente,

bloqueándole el paso.

Al mismo tiempo, otro automóvil se desvió agresivamente, chocando contra su vehículo.

El chirrido del metal contra el metal provocó fricción.

Los ojos de Bruce se entrecerraron al darse cuenta de que estaba en problemas.

Aunque era hábil y podía manejar a un puñado de atacantes, cualquier adversario armado significaría

peligro.

Por ahora, era mejor no salir del coche.

Bruce apretó el acelerador, con el objetivo de adelantar al vehículo que obstruía.

Desafortunadamente, la camioneta siguió frenando, intentando detener su avance.

“¡Choque, choque!”

Dos autos de cada lado rodearon el vehículo de Bruce en el medio.

La cara de Bruce decayó. Aceleró el motor y aceleró a fondo.

Las puertas de su coche quedaron completamente deformadas por el implacable asalto.

a

“¡Estallido!” Para asombro de los demás conductores, no sólo no lograron detener a Bruce sino que

sus vehículos chocaron entre sí.

En un instante ambos vehículos volcaron.

Bruce apenas había dado un suspiro de alivio cuando una mujer empujando un cochecito apareció

delante. Ignorando el semáforo, cruzó la calle directamente.

“Ah…” Bruce, conduciendo demasiado rápido para desviarse a tiempo, se vio obligado a frenar y

alejarse.

“¡Chocar! ¡Estallido!”

El coche, completamente fuera del control del conductor, giraba alrededor de su propio eje en una

danza demasiado familiar, que recordaba a un trompo. Los neumáticos de goma, que alguna vez

fueron brillantes, se arrastraron con vehemencia contra la rugosa superficie de la carretera, dejando

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tras de sí una innegable evidencia circular del derrape del vehículo.

La inercia resultó demasiado abrumadora para resistirla. El coche, obligado a someterse, realizó una

asombrosa rotación aérea de 360 grados. Después de esta impresionante exhibición, el vehículo sufrió

un implacable choque, al estrellarse fuertemente contra el implacable asfalto.

La fuerza colosal impulsó el coche varios metros hacia delante hasta chocar contra un parterre de

flores.

Los transeúntes que pasaban a distancia quedaron atónitos.

La escena recordaba el efecto especial de una película de Hollywood sobre accidentes

automovilísticos.

En un accidente tan desastroso, parecía poco probable que alguien dentro del automóvil hubiera

sobrevivido.

“Dios mío, ha habido un accidente automovilístico más adelante”.

“¡Alguien debería ayudar! Llame a la policía rápidamente”.

“¡Que horrible!” Los espectadores corrieron hacia los escombros, listos para ayudar.

Atrapados en la vorágine. Bruce se encontró atrapado cruelmente bajo el peso del auto, sintiendo su

pecho como si lo hubieran pasado por una trituradora. Varias costillas se habían roto bajo la presión

aplastante. La sangre, rica y carmesí, brotó de su boca en oleadas pulsantes. Como si se burlara del

cruel giro del destino, la sangre se abrió camino más allá de los confines del automóvil, manchando el

exterior en un sombrío recordatorio de la catástrofe que se estaba desarrollando.