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My Husband Wants Me Dead novel (Esther and Bradley)

Chapter 437
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Capítulo 368

A Anastasia le tomo algo de tiempo recomponerse y al final, terminó comprando un montón de comida

para poder quedarse en casa con su hijo sin tener la necesidad de salir por unos dias; al tiempo que

llevaba la enorme bolsa de comida a la puerta, uno de los guardaespaldas se acercó a ella y pregunto:

-Señorita Torres, necesita ayuda?

– No, gracias -respondió y le sonrió en agradecimiento. Después de todo, no tenia por qué ser grosera

con ellos.

Luego de cargar todas las provisiones hasta su edificio, llamó a Elias y le pidió que llevará a Alejandro

a casa.

– Hola? – Una vez que la llamada se conecto, pudo escuchar su profunda voz.

-Estoy a un lado del elevador, trae a Alejandro -dijo ella.

-¿Podemos hablar? —preguntó el con cierta súplica.

– No quiero – dijo ella en rechazo.

-No importa lo que te haya dicho mi tío, hay una cosa que jamás cambiará y es mi amor por ti, cres lo

más importante en mi vida. Anastasia -diio Elias con vo

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-Ya es suficiente, quiero que traigas a mi hijo -ordenó la mujer antes de colgar el teléfono.

Anastasia sabia que, si permanecía por más tiempo en la llamada, podría arrepentirse de la decisión

que con mucha dificultad habia tomado; en su interior, sabía que no existía ninguna posibilidad para

ellos, o al menos, no en esta vida. Pronto, Elías regresó con Alejandro de la mano y dieron vuelta en la

pequeña avenida que se encontraba rodeada de árboles; se parecían tanto que podría pensarse que

eran padre e hijo.

-Señor Palomares, no se puede ir luego de comer con nosotros? -preguntó el niño. Parecia que había

hecho esa misma pregunta muchas veces antes.

Elías levantó la cabeza y con la mirada, suplicó a Anastasia si podía entrar para acompañarlos en la

comida; por otro lado, la mujer miro a su hijo de manera inconsciente para evitarlo. Su tono fue un

poco frío al decir:

– Alejandro, no seas grosero, ya te dije que el señor Palomares es un hombre ocupado. Ya no hay que

molestarlo.

Justo cuando el niño estaba abriendo la boca para decir algo más, la mirada de su madre lo dejó en

silencio: era fría y de advertencia. Como no tenia otra opción, Elías soltó un suspiro y se agachó a la

altura de Alejandro para decir con ternura:

-Tu mami tiene razón, ahora mismo tengo mucho trabajo, así que no puedo ir a comer con

habia nada y por eso le dijo a Alejandro:

– Alejandro, vayamos de compras juntos.

— iSí!exclamó el, emocionado.

Con eso, Anastasia tomó un abrigo y se lo puso; el clima de ese dia era de aproximadamente 10 C y

por eso, tenia que asegurarse de que ninguno se resfriara. Luego de bajar las escaleras, la mujer se

dio cuenta de que los guardaespaldas del día anterior seguian en el mismo lugar, incluso cuando

salieron, los siguieron, pero no hizo nada, al contrario, permitió que aun dentro del supermercado

estuvieran con ellos mientras compraban algunos viveres.

Mientras escogia algunas verduras, escuchó la emocionada voz de su hijo:

— iSeñor Palomares!

En cuanto levantó la mirada, miro a Elias con una gabardina negra, el hombre caminaba hacia ella

entre toda la multitud; su figura alta y recta destacaba entre todos los presentes y se movía de forma

imponente, entonces se agachó y levantó a Alejandro mientras el pequeño corría en su dirección. Al

instante, la mente de Anastasia se volvió caotica, pues había estado pensando las cosas durante los

dos últimos dias y se habia hecho a la idea de no volver a verlo, sin embargo, en ese preciso

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momento, se olvido por completo de sus planes

– iMamá, tienes que comprar más cosas para que el señor Palomares coma con nosotros! – exclamó

Alejandro.

Anastasia sintió un nudo en la garganta y como pudo, respondió:

– No puede venir a comer porque está ocupado.

-Señor Palomares, en serio no puede venir? -preguntó Alejandro a Elias.

Elias miró a Anastasia, quien estaba eligiendo las verduras, y luego preguntó con cierta timidez:

-¿Tambien quieres cocinar para mí?

– No! -respondió ella sin pensarlo dos veces. Estaba sosteniendo dos bolsas llenas de verduras, como

si fuera a comprarlas, pero la realidad es que ni siquiera se estaba concentrando en lo que hacía, pues

su atención no estaba en eso en absoluto.

Sin embargo, su indiferencia fue un fuerte golpe para Elías, y con seriedad, le dijo al niño:

-Tu madre tiene razón, estoy ocupado. En esta ocasión, no podré comer con ustedes.

– iPero yo quiero que vaya! -dijo Alejandro mientras hacía un puchero.

-¡Yo también quiero ir! ¡En serio! -respondió Elías con una risita de impotencia.

Para su mala suerte, era alguien más quien no queria que fuera. En ese instante, los ojos de

Anastasia se pusieron rojos y camino hasta otro pasillo para tomar diferentes ingredientes; al